Las torrenciales lluvias que han azotado a nuestro país a lo largo de una semana han dejado tras su paso pérdidas humanas y materiales. Son muchos los campos de cultivos que han desaparecido entre el agua, y muchas las muertes y damnificados que se han registrado. El dolor es latente. La ayuda está llegando ya a estos lugares; sin embargo, ello no es suficiente para apaciguar el sufrimiento de estas personas.
Cada año la historia se repite, pues los fenómenos naturales, sobre todo los atmosféricos, causan mucho daño en cientos de lugares cuya vulnerabilidad es alta. Ello ha conllevado que nuestro país sea considerado susceptible de sufrir catástrofes en caso de ser impactado por algún fenómeno natural. En la medida en que el tiempo pasa, las condiciones de territorio en cuanto a su capacidad de soportar los embates de la naturaleza se deterioran y suponen un punto de no retorno para muchas medidas que de tomarse a bien, ayudarían de modo significativo para evitar tragedias como la de estos días.
Ante situaciones como estas los primeros que resultan afectados son las personas más pobres. La razón es que sus lugares de habitación generalmente están ubicados en sitios de alto riesgo; o sea, a la orilla de ríos, quebradas o cerca de precipicios. Estos sitios son los que sufren las consecuencias más lacerantes de los fenómenos naturales. De ahí que veamos que sus casas se inundan y que tienen que evacuarlas a fin de no ser parte de las estadísticas que se generan con ocasión de estas catástrofes.
Esta emergencia no ha sido la excepción, pues muchas familias han resultado afectadas por las intensas lluvias que han caído sobre territorio salvadoreño. Ello ha ocasionado que muchos ríos se salgan de su cauce y que haya en demasía derrumbes a diestra y siniestra. El trabajo de los cuerpos de socorro ha sido kilométrico y las labores de las autoridades de Protección Civil incansable. No obstante, aún falta mucho por hacer, pues hay muchas necesidades que cubrir aún. Pobladores como los de San Francisco Menéndez, El Bajo Lempa, San Luis La Herradura, entre otros lo han perdido todo, desde sus casas hasta sus cosechas. Su sacrificio ha sido arrastrado por el agua, que de forma impecable pasó destruyendo todo lo que encontró en su camino. Estos municipios de por sí sufren problemas de pobreza, y ahora con esta catástrofe tal situación se agudiza de forma significativa.
El país ha sido afectado en su mayoría por las lluvias, mas hay lugares en los cuales los daños no han sido tan serios y en donde existe recurso extra para ayudar a los que han resultado más afectados. En este sentido, los que no han sido tan golpeados por los embates de la lluvias y disponen de la suficiente voluntad pueden brindar su ayuda colaborando con lo necesario o en su defecto avocándose a los centros de refugio para unirse al esfuerzo que muchas personas están realizando ahí con el fin de llevar alivio a las zonas afectadas.
Si bien el Gobierno es el ente llamado a controlar esta situación, debemos entender que por sí solo no podrá hacer nada. Es preciso que como pueblo entendamos que habremos de unirnos para constituir un apoyo unitario que enfrente de forma aceptable esta problemática actual.
Lo contingencial de la situación ha permitido demostrar la capacidad de respuesta de todos nosotros. En vista de la terrible situación que embarga a nuestro país, hemos tenido que preconizar los inconvenientes que han surgido en las diferentes zonas afectadas. Mal que bien pero el trabajo que se ha llevado a cabo en cada una de ellas ha sido aceptable; ya que se ha puesto de manifiesto toda la solidaridad que posee nuestro pueblo.
Dado que nuestro país sufre de una considerable vulnerabilidad ante catástrofes naturales, es imperioso dar pasos significativos en cuanto a impulsar de forma sistemática planes que ayuden a resolver este problema. Es agradable saber que somos un pueblo valiente, luchador y solidario; pero fuese mucho más gratificante generar medidas que garanticen más seguridad en caso de desastres naturales. Y con ello no solo me refiero estar más prevenidos ante fenómenos atmosféricos sino también a los telúricos, volcánicos, entre otros. El país ha sufrido este tipo de desastres en más de una ocasión; de modo que es necesario sentarse a reflexionar sobre las posibles soluciones que se pueden tomar para que la Madre Naturaleza nos siga sorprendiendo como lo ha hecho hasta ahora. Es el momento oportuno y no hay que dejar nada para el azar.
Escrito por Walter Sibrián.
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