La madrugada del sábado 9 de julio del año en curso, Facundo Cabral fue asesinado en Guatemala, cuando se dirigía al aeropuerto con rumbo a Nicaragua, luego de ofrecer un concierto la noche anterior. Sus asesinos son todavía un enigma, pues la autoridades guatemaltecas no han dado con su paradero, únicamente se remiten a decir que harán todo lo posible por capturarlos. Mientras tanto, el mundo entero reclama que se haga justicia.
Su música ha inspirado a varias generaciones, las cuales han encontrado en él a un referente que fue capaz de abrirles los ojos de forma tal que los sacó en más de una ocasión de las garras de la mentira. “No soy de aquí, ni soy de allá”, su más reconocida canción, refleja su incomparable talento, su pasión por la música popular.
Recuerdo la primera vez que escuché de Facundo, era todavía un niño, cuya alma estaba envuelta por el manto de la inocencia. Mi madre hablaba de él tal y como fue: Alguien prominente, que podía, sin tanto esfuerzo, mover a las masas. Aunque en el momento no valoré toda su obra, me dejó la impresión de que no era cualquier persona; era, más bien, un manantial de poesía e intelecto, cuya presencia engrandecía el orgullo de cientos de personas.
El tiempo transcurrió de forma rápida, y Facundo Cabral se convirtió para mí en una especie de personaje opacado por el mundo. Ello no era para menos; en sus canciones afloran sentimientos reales en cuanto a la defensa de la vida, la pobreza y la desigualdad. Nunca vaciló en denunciar a través de su música todas estas injusticias por más duras que fuesen las repercusiones que le conllevara ello. La crítica social se convirtió en su aliada incondicional.
Sus canciones llegaron hasta los confines más remotos de este mundo. Facundo era un luchador de paz y amor, que con su música marcó la diferencia…hizo época. Fue un trovador, un poeta empedernido que declamó sus versos al ritmo de los aplausos de su gente.
En cada sito que visitó, dejó plasmada su obra, que es recordada de manera efusiva por sus seguidores. Sus conciertos, siempre a tope, eran una ocasión para el recuentro con la verdadera realidad, con las costumbres, el amor, la esperanza... con nosotros mismos. De modo que Facundo era el portador del mensaje renovador que motivaba a luchar por vivir, por en verdad ser feliz.
Pero lastimosamente la ola de violencia que flagela hoy en día a Guatemala, terminó por alcanzar a la gran figura de la música popular. Ello solo fue el resultado de un mal que ha aquejado a país vecino por muchos años, y que refleja la incapacidad de sus autoridades por controlar la delincuencia, que, como en nuestro país, El Salvador, solo deja dolor y amargura.
Curiosamente la fecha en que le fue segada la vida (9 de julio) se celebra la independencia de su país, La Argentina. ¡Qué coincidencia más funesta! ¿Qué pensarán sus compatriotas? ¿Qué pensará el mundo? El argentino más universal fue callado; fue mandado al fondo de sus pensamientos en una fecha en la cual se supone que en su nación debió haber celebración a más no poder…Esta vez fue la excepción.
Es difícil pensar cómo será el mundo de la trova sin uno de sus emblemas, sin Facundo Cabral. Mi alma, al igual que la de muchos, se llena de tristeza al pensar que ya no estará más en los escenarios en donde se convertía en un misionero de la justicia, en el relator de sus ideales.
Sin embargo, su legado será recordado y enarbolado por sus fieles seguidores. Su música acariciará los oídos de quienes se niegan a dejar morir su memoria; seguirá sonando igual que ayer, igual que ahora…igual que siempre. Facundo Cabral, a lo largo de su vida, fue un claro ejemplo de cómo profesar el amor y la paz por el prójimo…No olvido una de sus famosas frases: “Nacemos para vivir, por eso el capital más importante que tenemos es el tiempo, es tan corto nuestro paso por este planeta que es una pésima idea no gozar cada paso y cada instante, con el favor de una mente que no tiene limites y un corazón que puede amar mucho más de lo que suponemos.” Hasta siempre Facundo…
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