Del sueño a la realidad

sábado, 17 de septiembre de 2011

A lo largo de los últimos años los salvadoreños hemos tenido que acostumbrarnos a vivir sin el consuelo de ser algo más que un diminuto país plagado de un sinfín de problemas que nos aquejan incesantemente. La delincuencia, la pobreza, la corrupción, la inestabilidad política, el alto índice desempleo, el consumismo son solo algunos de ellos. Sin embargo, en medio de todo ese clima exasperante siempre queda margen para lo inimaginable, para lo inesperado…
Hace una semana la selección de playa hizo una proeza que para muchos era imposible, no tenía espacio en nuestras mentes: Se coronó como la mejor cuarta selección del mundo en esa modalidad. Ello despertó el revuelo de todos los sectores de nuestro país. En principio nuestra azul iba con la consigna de ganar su primer encuentro, pues en sus participaciones anteriores, en Marsella y Dubái, solo había sufrido derrotas. De modo que su tercera participación tenía que ser diferente.
En su primer encuentro contra Portugal los dirigidos por Rudis Gallo se toparon contra un muro que por un momento les hizo pensar que conseguir su primer triunfo era algo quimérico. Pero como bien dicen por ahí: “Para los soñadores no hay límites”. De ello el tiempo dio la razón. Ya para el segundo encuentro que jugamos contra Omán, la actitud de nuestros guerreros de playa se renovó, dio un giro de trescientos sesenta grados, que significó conseguir nuestro primer triunfo. Muchos salvadoreños celebramos y creímos que la misión estaba cumplida. Pero aún faltaba un juego ante Argentina, las aspiraciones estaban a flor de piel y por eso muchos empezaron a hablar de un segundo gane, que no solo nos daría mas gloria sino que nos permitiría avanzar a la cuartos de final, instancias soñadas y que ninguna selección nacional de futbol de alguna disciplina había logrado hasta ese momento. Ante los gauchos demostramos que no queríamos ser aves de paso y, por ende, los derrotamos 4-3. La euforia se desató a más no poder, y no era para menos… El combinado nacional había sobrepasado sus expectativas. Pero ese gane frente a La Argentina solo fue un obstáculo menos en el largo camino que aún le faltaba.
Los cuartos de final son una instancia más dura, pero al llegar ahí los pupilos de Rudis Gallo tenían clarísimo qué es lo que realmente deseaban alcanzar. En esas instancias nos esperaba el local, Italia, con un poderío que lo colocaba ante nosotros como el favorito para agenciarse con el gane. No obstante, una vez iniciadas las acciones, el partido se mostró parejo, con ambos bandos tratándose de tú a tú. Pero para la mala fortuna de los cuscatlecos el cuadro “Azurro” se puso en ventaja primero. Muchos pensamos que los guerreros de playa bajarían los brazos, mas no fue así. Enseguida, consiguieron el tanto de la paridad que supuso recobrar las esperanzas que por un momento se había esfumado. Los minutos transcurrieron y los goles por ambos lados provocaron un festín para sus respectivas hinchadas, que ese día se avocaron en masa con la ilusión de ver cómo sus selecciones se podían acercaban más a la gloria. El partido resultó kilométrico y con un buen derroche de futbol, las expectativas se ponían más alucinantes. Al final, nuestra Selecta terminó imponiéndose 6-5 y con ello conseguíamos avanzar a semi finales. ¡Alegría! nos habíamos colado entre las mejores cuatro selecciones del mundo. Sí, éramos mejor que México, que España, que Argentina y que cualquier otra selección, con excepción de Rusia, Brasil o Portugal, que estaban también en esas mismas instancias. Pero nuestro ascenso como la espuma pronto se disipó cuando caímos contra Rusia nuestro rival de semi finales y posteriormente, al perder el partido por el tercer lugar ante Portugal. La verdad ello supuso un duro golpe, pero no aguó el estupor que días antes se estaba fraguando en el país por la tremenda hazaña de nuestros seleccionados de llegar hasta cuartos. Para muchos avanzar hasta esta ronda fue un gran logro y lo que se pudiese alcanzar después era ganancia.
Los rusos, al final, se coronaron campeones del certamen al darle una desconocida de 11-8 a los brasileños, que a lo largo de los años se han consagrado como los eternos favoritos en este tipo de justas.
Fuimos cuartos en el certamen pero además de ello, a nivel individual nuestros seleccionados no se quedaron atrás: Así, por ejemplo, Frank Velázquez fue reconocido como el tercer goleador y jugador de ese mundial.
La aventura de Rávena terminó y nuestros “nuevos próceres”, como muchos los comenzaron a llamar, venían con sus maletas vacías de sueños, y al contrario, había en ellas mucha felicidad, orgullo y un sinfín de emociones difíciles de explicar.
La llegada de los guerreros de playa estuvo marcada por un torrente de celebración desmedida por parte de los miles de aficionados cuscatlecos que llegaron al Aeropuerto Internacional de Comalapa para recibirlos. “El Salvador es grande” “Gracias por todo”, se escuchaba entre esa muchedumbre que ese día se volvió un solo espíritu, en un solo pensamiento. Además, diversos sectores del país se pronunciaron sobre la hazaña de la azul. La Iglesia católica, la Asamblea Legislativa, el INDES, la FEDEFUT y el mismo presidente de la república, Mauricio Funes, fueron algunos de los que no vacilaron en mostrar su agradecimientos hacia estos pescadores de sueños.
La fiesta aún continúa, nuestros héroes siguen siendo reconocidos como es debido. ¿Quién iba a pensar que antes del mundial un grupo de jóvenes humildes nos daría tanta alegría? ¿Quién se pudo imaginar que este grupo de guerreros se convertirían en destacados deportistas en un corto tiempo? Nadie. El sentir de nuestra afición es claro: demandan un reconocimiento que no solo propicie la inmortalidad de estos gladiadores sino que busque el desarrollo del futbol de playa en el país. Por lo que es necesario que como país pensemos en apoyar de forma consciente este deporte. Es tiempo de que se cimenten las bases para el desenvolvimiento del fútbol playa.
El trabajo es arduo pero de llevarse a cabo tales peticiones, el país se beneficiaría no solo porque estaría apostándole a un deporte que le es rentable sino también porque estaría abonando para que miles de jóvenes tuvieran más oportunidades de superarse. Por esta apuesta pasa el que se pueda lograr estabilidad en todos los sentidos. Esto no está lejos de la realidad, pues es cuestión de creer en nosotros mismos, de saber con precisión que haremos por nuestro futuro. En verdad la gesta de estos guerreros es solo una muestra del rédito que podemos ganar si tomamos en serio el fútbol playa.
Walter Sibrián.

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