Hoy en día, la falta de oportunidades para la juventud se ha convertido en un problema serio, que de no solucionarse con la mayor brevedad, detendría de modo sustancial el desarrollo de nuestro país (El Salvador), que ya suficiente tiene con otros litigios que empañan su campo económico y político.
En nuestra sociedad la sobrepoblación de jóvenes que hay por ahora conlleva que muchos de ellos se frustren al no contar con las posibilidades necesarias para que sea reconocida su capacidad como tal.
A ello es importante aunar que muchos de ellos no tienen acceso a la educación; por lo que indeseablemente pasan a formar parte del índice de analfabetismo que existe en nuestra sociedad. Si bien el actual Gobierno está llevando a cabo interesantes programas, cuyo objetivo principal es erradicar este problema, ello no es suficiente; pues a la fecha la cifra de jóvenes que logran una educación integral es bajísima. Y ello se corrobora, sobre todo, al visitar las zonas con mayores niveles de inseguridad.
Para los jóvenes esta problemática se agudiza también cuando las empresas se convierten obstáculos, que además de exigirles un grado académico, les piden como requisito experiencia laboral, que les supone encontrarse de lleno contra un muro, dado que, casi siempre, por su condición de novatos, no cuentan ello y, por tanto, son marginados. Para evitar que esto siga sucediendo, es importante que dentro del sector empresarial se reflexione a profundidad con relación a los requisitos que se le piden a un muchacho a la hora de contratarlo. No se trata de que con ello se emplee cualquier tipo de gente, sino que se valorice de forma acertada el potencial que existe en este sector de la sociedad.
Asimismo, en los últimos años los Gobiernos de turno han querido hacer creer que la juventud es su prioridad, tratando de hacer ver que impulsan proyectos destinados su desarrollo laboral y académico. Sin embargo, al corroborar si todo ello ha sido cierto, nos encontramos con lo mismo: Una sociedad excluyente, que está muy lejos de tomar en serio a la juventud.
Es importante que, como país, reflexionemos sobre este problema; no es posible que se siga marginando a los jóvenes, cuando en sus manos está el desarrollo de nuestra nación. ¿Cómo es posible pensar que El Salvador saldrá del bache en que se encuentra si no dotamos de herramientas necesarias a las nuevas generaciones? Se les tiene que garantizar, por ende, educación, darles su lugar en la sociedad; solo así lograremos la prosperidad que todos anhelamos.
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